sábado, 3 de octubre de 2009

Primavera


“Entero tuyo (el libro por supuesto…también el pañuelo y yo), para siempre. Nunca he dejado de amarte, RPD”.


Tal vez sea una infidencia, pero RPD será, desde ahora en adelante, nuestra “señora Juanita” de la venta de libros por web. RPD (R, para hacerlo más corto), nos escribió para comprarnos un libro y regalárselo a su señora que estaba de cumpleaños. Nos pidió, eso sí, que por favor agregáramos en el envío la dedicatoria que compartimos al comienzo, cuidando su identidad, claro, sobre todo para no arruinar la sorpresa. Un hombre enamorado, y también uno de los tantos y tantas que han perdido el miedo a la compra por este medio. R es nuestro emblema, y los otros compradores son nuestras banderitas de colores que adornan el Quilombo primaveral.

La comunicación directa con nuestros lectores ha sido una de las razones que hemos adorado del quehacer editorial, y nos anima, por cierto, a seguir siendo una editorial particular, a escala humana, respondiendo correos mientras hacemos nuestras tareas, mandando mensajitos de amor.

Efectivamente la venta por Internet de la primera edición del Piernal de cueca chora, ha sido, y seguirá siendo, una apuesta editorial no exenta de discusión interna ¿Cómo hace una editorial de la Quintacosta, que recién comienza, para darse a conocer sin perderse en las manos de los distribuidores (que marginan casi lo equivalente de lo que ganan las imprentas)? Una respuesta es la distribución a pulso, llenar el bolsito de libros e ir, librería por librería, a ofrecerlos. La otra, abrir un espacio en la red y mostrar quiénes somos, qué es lo que hacemos, qué es lo queremos.

Algunos nos dijeron que no resultaría, otros aseguraron que la librería es y seguirá siendo el mejor punto de venta. Queremos contarles muy humildemente que, para bien o para mal -y dejando de lado a nuestros amigos y familiares- la mejor venta ha sido la realizada a través de nuestra página web, y eso nos llena de esperanza. Sí, esperanza de que sí se puede hacer editorial, sí se pueden hacer libros y venderlos, sí se puede seguir.

No tenemos nada contra las librerías Es más, nos gustan y estamos en muchas de ellas, sentimos un placer silencioso cada vez que pasamos por una y vemos los libros de Quilombo en la vitrina. ¿Por qué no admitir de paso que nos encantaría estar en cualquier ranking de los más vendidos, aunque no tenga sentido? Lo cierto es que el negocio del libro es tan complejo y lento que intentamos, para sobrevivir, potenciar lo único que tenemos: nuestra creatividad y la posibilidad como editorial de saber que existe un señor R, que quiso regalar un libro nuestro, entre muchos otros libros, a esa mujer que no ha dejado de amar.